
En la taciturna penumbra de la madrugada, las agujas del reloj dibujaban círculos lentos en la oscuridad, marcando una hora intempestiva en la que el sueño se negaba a visitarme. Son las dos de la mañana. La casa duerme, pero mis pensamientos están despiertos, inquietos como un pájaro enjaulado. Mi mente, taciturna como un mar en calma, se aferraba a tus palabras, a tu ausencia, a la distancia que nos separaba. Tu silencio, tan profundo como...